Hay una errónea tendencia generalizada, e histórica, de creer que hay algunas competencias o cualidades que son exclusivas o predominantes en los hombres y otras en las mujeres, y que esa diferencia es algo innato que depende del género. Sin embargo, desde hace ya muchos años se ha evidenciado esta falsa creencia.
El caso más contundente es el estudio científico de la antropóloga estadounidense Margaret Mead, quien en la década de los años 30’ (siglo pasado) demostró que esas creencias sobre diferencias de Competencias entre hombres y mujeres eran equivocadas. Los estudios de Mead concluyeron, tras analizar diversas sociedades primitivas, que los patrones que definen las competencias humanas, especialmente las relacionadas con el trabajo y las actividades productivas, están determinadas por la cultura y el ambiente en el que se vive, y nada tienen que ver con el género.
Muchos expertos coinciden en identificar una serie de conductas y/o actitudes típicamente presentes en la mujer (competencias femeninas), que las definen y caracterizan en mayor medida y frecuencia que como suele ocurrir en los hombres, y que pueden suponer un gran valor añadido para las empresas, y en general para los negocios y cualquier otra actividad humana de estos tiempos.
Estas competencias también pueden ser aprendidas y practicadas por los hombres, e incluso por algunas mujeres que tampoco las ponen de manifiesto de forma espontánea. Básicamente son 10 estas Competencias Femeninas.
A continuación las presentamos en la siguiente lista.
1. Canalización de la respuesta emocional como capacidad de escucha, empatía, valoración del otro, y en general, relacionamiento efectivo.
2. Manejo de la Intuición como una estrategia vital para la toma de decisiones y el direccionamiento estratégico.
3. Tendencia natural hacia el trabajo en equipo y colaborativo, generando ambientes de participación y gestión colectiva.
4. Capacidad de resolución de conflictos mediante la conciliación y acuerdos empáticos, sinérgicos y compasivos.
5. Habilidad para la multitarea y multifoco, realizadas de manera cómoda, grata y efectiva.
6. Versatilidad y capacidad de adaptación, viendo posibilidades en todo en lugar de obstáculos.
7. Capacidad de comunicación afectiva y de dar feed-back oportuno, y sobre todo con sensibilidad y espíritu colaborativo.
8. Capacidad de generar cohesión, reuniendo personas y aglutinando opiniones y propuestas como parte de una cultura de cooperación permanente.
9. Una capacidad de liderazgo colaborativo, más acorde con las necesidades actuales, para anticiparse con amplia visión a escenarios cambiantes e inciertos, y haciendo que todos se comprometan y compartan el porvenir.
10. Competencias de administración proactiva centrada en el cuidado y optimización eficiente de los recursos, y en su sana y provechosa reinversión con beneficios compartidos, con plena responsabilidad.
Adicionalmente, se ha comprobado que estas competencias o cualidades, antes propias de las mujeres pero ahora presentes también en muchos hombres, cuando se practican por ambos géneros en el mismo entorno, sea laboral o de cualquier otro tipo de organización o grupo, hace que los equipos sean más creativos e innovadores, mejorando así el clima organizacional y consecuentemente sus resultados.
Las Competencias Femeninas son un Competencia Humana
Evidentemente, no todas las mujeres poseen estas competencias o cualidades, ni todos los hombres carecen de ellas, pero sí son unas características que aparecen de forma más destacada en el género femenino, obviamente debido a los condicionamientos culturales que ellas han vivido históricamente.
Ahora ya se sabe que estas competencias no son exclusivas de las mujeres, ni son limitativas para que también ellas puedan combinarlas con las competencias masculinas, tal como están haciendo hoy muchos hombres.
Una manera sencilla de asimilar este concepto de las Competencias Femeninas, y de poderlo implementar eficazmente -sin tabúes y sin limitaciones- tanto en hombres como en mujeres, es entender la vinculación directa de estas competencias con el hemisferio derecho del cerebro, que como se sabe es exactamente igual en cualquier ser humano, indistintamente de su género.
Incluso hay evidencias de que algunas funciones cerebrales propias del hemisferio derecho, como la sensibilidad, la creatividad, la intuición, la habilidad artística y la visión sistémica (opuesta a la relación lógica y secuencial), entre
otras, cuando se ven limitadas o impedidas por alguna enfermedad o accidente Neuro fisiológico, son sustituidas por el hemisferio izquierdo, principalmente vinculado a las funciones típicas de las Competencias Masculinas.
Esto no solo demuestra la capacidad de Neuroplasticidad del cerebro, suficientemente demostrada por la Neurociencia, sino que es una evidencia de que las Competencias Femeninas, como cualquier otra competencia humana, pueden ser aprendidas, desarrolladas y puestas en práctica de forma automática (inconscientes) en cualquier persona, igual como también ocurre ya con las Competencias Masculinas, sobradamente evidencias hoy en muchas mujeres.
Competencias Femeninas y Energía Femenina
De la Energía Femenina se ha venido hablando siempre a lo largo de la historia, tanto en la ciencia (sociología, antropología, psicología, filosofía, entre otras) como en la sabiduría ancestral de diversas culturas, y en las distintas corrientes del pensamiento y del conocimiento humano.
Es oportuno destacar en este punto, que cuando hablamos de Competencias Femeninas estamos hablando también de Energía Femenina, que no es hablar de la mujer, per sé, ni de la sensualidad, ni de la sexualidad, sino de esa fuerza o poder (energía) esencialmente cálida, afectuosa, compasiva y solidaria, que como toda energía, se transforma para movilizar la vida en su proceso evolutivo.
Se trata de esa energía que proviene del corazón y se alimenta de la empatía. Es esa misma energía que posee el ser humano (en ambos géneros) desde su aparición.
Las Competencias Femeninas son esenciales en el ejercicio profesional y en las relaciones humanas del futuro.
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