Gracias a la Neurociencia se conoce que nuestro cerebro tiene la capacidad de regeneración, por lo tanto la Neuroplasticidad nos abre un océano de posibilidades en las que podremos explorar durante toda nuestra vida, ahora sí, podemos invitar a nuestro cerebro a que busque a aquellas personas que nos han dejado huella en nosotros previamente (familiares, amigos, jefes, compañeros, etc.) o a las que nos inspiran actualmente y, también, podemos ser nosotros mismos los que nos propongamos auto-influirnos.

Tomar conciencia sobre esta posibilidad puede ser un elemento de valor añadido y definitivo que se puede aportar para potenciar los procesos de desarrollo personal y profesional. Tanto como líder, coach, facilitador y/o formador sostener y creer en esta posibilidad puede añadir un elemento de empoderamiento decisivo y expansivo hacia la persona que se acompaña para que se produzca ese avance deseado.

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El solo hecho de mantener esta posibilidad abierta provoca nuevas sinapsis neuronales en nuestro cerebro que a su vez provocan la generación de los neurotransmisores necesarios para que sea posible, como por ejemplo: la serotonina (relacionada con la ilusión, el disfrute con humor y el placer de transmitir aspectos e ideas que contribuyen a la consciencia social y a una mayor calidad de vida en nuestras relaciones), o la dopamina (relacionada con la motivación para el logro de nuestras aspiraciones y proyectos).

Esto se produce, entre otras razones, debido a nuestras Neuronas Espejo que son importantes por estar relacionadas con las reacciones y comportamientos empáticos e imitativos. Se conoce que su tarea fundamental es reflejar la actividad que estamos observando. Precisamente las Neuronas Espejo son las que se ocupan de hacernos bostezar cuando una persona bosteza, o de que nos encontremos imitando un gesto, o sintonizando con un tipo de emoción sin saber muy bien (conscientemente) ¿por qué?

Y todo ello está relacionado con el circuito del cerebro reactivo-creativo. Esto significa que cuando estoy en modo “cerebro reactivo” la parte que manda en uno mismo es el sistema límbico, donde está la amígdala, que es donde se procesan todas nuestras emociones y que tiene que ver con nuestro cerebro reptiliano y que, en caso de sentirse amenazado, actúa en la mayor parte de las ocasiones en modo automático y por lo tanto de forma inconsciente. Digamos que la “tendencia reactiva” es hacia la huida, actúo desde lo que quiero evitar y desde aquello que temo perder por lo que tiene como consecuencia que se repite el patrón habitual de comportamiento.

Y por otra parte está el “cerebro creativo” en el que predomina más la corteza pre-frontal y un grado mayor de consciencia en la persona del impacto de sus patrones de comportamiento y, debido a ello, el “grado de amenaza” es percibido de otra manera por nuestro cerebro o no se percibe como tal y, por lo tanto, nuestra “capacidad creativa” de respuesta es mucho mayor porque actúo desde lo que quiero crear conectado desde el propósito y orientada hacia aquello que queremos lograr.

Por lo tanto, cuanto más conscientes seamos de la orientación entre ambos cerebros a la hora de actuar podremos ser también más conscientes de cuál es el “centro de gravedad” de nuestro liderazgo y hacia donde estamos más balanceados.

Todas nuestras experiencias y las experiencias de los demás se inscriben en redes neuronales y dejan huellas permanentes que luego condicionan nuestras conductas. Es sobre estos condicionamientos que trabaja en gran parte el Neuro Coaching. Nuestra tarea es acompañar el desarrollo de la capacidad de aprendizaje permanente en las personas con basamento neurocientífico. No es acompañar a resolver solamente la problemática que nos traen, es además desarrollar en el Coachee la capacidad de aprendizaje permanente en todos sus futuros cambios venideros para su vida.

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